24 octubre 2023 Por Cristina Sobrino 0

He visto de nuevo con casi 30 años ‘El Jorobado de Notre Dame’ y no entiendo que nadie llamara a la policía cuando se estrenó

Después de haber estado trabajando todo el fin de semana fuera de casa y de sufrir los estragos de la borrasca Bernard en Sevilla, cuando creía que las inclemencias meteorológicas eran lo que más miedo me iba a dar el pasado domingo, me encontré viendo El Jorobado de Notre Dame y casi pidiendo una lobotomía desde los primeros minutos de la película.

Desde que la cinta se estrenó en 1996 la había visto un par de veces, mi favorita de Disney es Mulán, y todas durante mi infancia, pero al revisionarla hace un par de días me quedé ojiplática porque en muchas ocasiones los tres personajes masculinos principales se disputan de una forma u otra a Esmeralda como si fuera un objeto, pero sobre todo por la increíble actitud misógina del juez Frollo, al que ponía voz Constantino Romero y de cuya muerte se cumplieron 10 años la pasada primavera.

Además de hacer y deshacer a su antojo en la ciudad de París con unos comportamientos que podemos identificar de forma sencilla en cierto partido político español de la actualidad, nada más ver a Esmeralda los ojos le hacen chiribitas al juez y al ver su actitud desafiante y desvergonzada, después de un truquito la acusa de, atención: B R U J E R Í A, unos hechos históricos que se enclavan en el siglo XVII y en los que destacan los juicios de Wurzburgo y de Salem. ¿De qué podemos acusar a una mujer que no hace lo que le «toca»? Pues nada, ya estaría, al cadalso.

Después de enviar al capitán Febo a que busque a la chica, Frollo se recluye en Notre Dame, aquí unas imágenes para recordarla tal y como era antes de los incendios, y hace la peor de las confesiones, eso sí, cantada a viva voz, muy Disney todo, pero igualmente deleznable y condenable de principio a fin. De hecho, me dieron ganas de poner un @policia. Y ahora, como si fuese yo Jaime Altozano, voy a examinar un poquito la letra de Fuego de infierno

En los primeros versos encontramos que de entrada él expone sus motivos para exculparse de todo lo que va a decir a continuación, poniendo además de testigo a la Virgen María, a la que no se le puede discutir nada por diferentes motivos que no vienen al caso.

Beata María, tú sabes que hombre recto soy,
que orgulloso lucho contra el mal [Et tibi Pater (y a ti, Padre)].
Beata María, tú sabes que muy puro soy,
no como el vulgo débil y banal [Quia peccavi nimis (que he pecado)].

Continúa confesando lo que siente cuando la ve y cómo es incapaz de controlar lo que siente. Bueno, quizás esta parte se la más salvable.
Entonces, María, di por qué su danza veo y sus ojos como llamas son.
La veo, la siento.
Su pelo negro tiene sol,
me quema y así pierdo la razón.

Cual fuego de infierno,

me quema el corazón.
Impuro deseo,
maldita tentación.

Pero ahora sí, ahora se vienen cositas. Comienza a escudarse en la supuesta brujería de ella, que es lo que provoca que él se comporte como lo hace, ya que un adulto se ve que no tiene esa capacidad de control que se nos presupone tantas veces.

Mi culpa no es [mea culpa (es mi culpa)] si me embrujó (mea culpa)
Fue la gitana quien la llama encendió [mea maxima culpa (mi culpa es grave)]
Mi culpa no es (mea culpa) si he actuado mal (mea culpa),

pues es más fuerte el demonio que el mortal.

Y mi parte favorita, la de la maté porque era mía. O de Frollo o de nadie, ni siquiera de sí misma. Nada que no haya vivido cualquier chica adolescente media de mi generación en los dosmiles. Y es que vamos a tener que incluir El Jorobado de Notre Dame entre las películas series que puedes ver para detectar una relación tóxica.

Protégeme, María, de éste, su hechizo cruel,
sino su fuego a matarme va.
Destruye a Esmeralda, que pruebe el fuego de Luzbel
o deja que sea mía y mía será.

Hay fuego de infierno.
Gitana, escogerás
o a mí o a la hoguera.
Sé mía o arderás.

Al ver la película pensé mucho en el caso de Ana Orantes, una mujer andaluza que fue a Canal Sur y contó los malos tratos que había sufrido por parte de su exmarido, que 13 días más tarde de esto convino asesinarla. Era 1997, un año después del estreno de esta cinta infantil.

Me gustaría decir que gracias a la denuncia de Ana Orantes se remodeló el Código Penal, pero no fue así, fue porque la mataron, no por narrar lo insoportable de su vida. Eso fue lo que removió a la sociedad, eso sí, no tanto a Álvarez Cascos, entonces vicepresidente del gobierno, que comentó que esto había sido un caso aislado, a pesar de que Ana Orantes fue la víctima número 59 de violencia machista, o contra la mujer, no doméstica, de ese año.

Fotos | Pixabay

En Trendencias | Ni contigo ni sin ti: ese chico que aparece y desaparece, ¿te está haciendo breadcrumbing?


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Cristina Sobrino

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Después de haber estado trabajando todo el fin de semana fuera de casa y de sufrir los estragos de la borrasca Bernard en Sevilla, cuando creía que las inclemencias meteorológicas eran lo que más miedo me iba a dar el pasado domingo, me encontré viendo El Jorobado de Notre Dame y casi pidiendo una lobotomía desde los primeros minutos de la película.

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Un estudio desvela la relación entre sentirnos solos y usar el teléfono, y existe un círculo vicioso que nos preocupa

Desde que la cinta se estrenó en 1996 la había visto un par de veces, mi favorita de Disney es Mulán, y todas durante mi infancia, pero al revisionarla hace un par de días me quedé ojiplática porque en muchas ocasiones los tres personajes masculinos principales se disputan de una forma u otra a Esmeralda como si fuera un objeto, pero sobre todo por la increíble actitud misógina del juez Frollo, al que ponía voz Constantino Romero y de cuya muerte se cumplieron 10 años la pasada primavera.

Además de hacer y deshacer a su antojo en la ciudad de París con unos comportamientos que podemos identificar de forma sencilla en cierto partido político español de la actualidad, nada más ver a Esmeralda los ojos le hacen chiribitas al juez y al ver su actitud desafiante y desvergonzada, después de un truquito la acusa de, atención: B R U J E R Í A, unos hechos históricos que se enclavan en el siglo XVII y en los que destacan los juicios de Wurzburgo y de Salem. ¿De qué podemos acusar a una mujer que no hace lo que le «toca»? Pues nada, ya estaría, al cadalso.

Después de enviar al capitán Febo a que busque a la chica, Frollo se recluye en Notre Dame, aquí unas imágenes para recordarla tal y como era antes de los incendios, y hace la peor de las confesiones, eso sí, cantada a viva voz, muy Disney todo, pero igualmente deleznable y condenable de principio a fin. De hecho, me dieron ganas de poner un @policia. Y ahora, como si fuese yo Jaime Altozano, voy a examinar un poquito la letra de Fuego de infierno. 

En los primeros versos encontramos que de entrada él expone sus motivos para exculparse de todo lo que va a decir a continuación, poniendo además de testigo a la Virgen María, a la que no se le puede discutir nada por diferentes motivos que no vienen al caso.

Beata María, tú sabes que hombre recto soy,
que orgulloso lucho contra el mal [Et tibi Pater (y a ti, Padre)].
Beata María, tú sabes que muy puro soy,
no como el vulgo débil y banal [Quia peccavi nimis (que he pecado)].

Continúa confesando lo que siente cuando la ve y cómo es incapaz de controlar lo que siente. Bueno, quizás esta parte se la más salvable.
Entonces, María, di por qué su danza veo y sus ojos como llamas son.
La veo, la siento.
Su pelo negro tiene sol,
me quema y así pierdo la razón.

Cual fuego de infierno,

me quema el corazón.
Impuro deseo,
maldita tentación.

Pero ahora sí, ahora se vienen cositas. Comienza a escudarse en la supuesta brujería de ella, que es lo que provoca que él se comporte como lo hace, ya que un adulto se ve que no tiene esa capacidad de control que se nos presupone tantas veces.

Mi culpa no es [mea culpa (es mi culpa)] si me embrujó (mea culpa)
Fue la gitana quien la llama encendió [mea maxima culpa (mi culpa es grave)]
Mi culpa no es (mea culpa) si he actuado mal (mea culpa),

pues es más fuerte el demonio que el mortal.

Y mi parte favorita, la de la maté porque era mía. O de Frollo o de nadie, ni siquiera de sí misma. Nada que no haya vivido cualquier chica adolescente media de mi generación en los dosmiles. Y es que vamos a tener que incluir El Jorobado de Notre Dame entre las películas series que puedes ver para detectar una relación tóxica.

Protégeme, María, de éste, su hechizo cruel,
sino su fuego a matarme va.
Destruye a Esmeralda, que pruebe el fuego de Luzbel
o deja que sea mía y mía será.

Hay fuego de infierno.
Gitana, escogerás
o a mí o a la hoguera.
Sé mía o arderás.

Al ver la película pensé mucho en el caso de Ana Orantes, una mujer andaluza que fue a Canal Sur y contó los malos tratos que había sufrido por parte de su exmarido, que 13 días más tarde de esto convino asesinarla. Era 1997, un año después del estreno de esta cinta infantil.

Me gustaría decir que gracias a la denuncia de Ana Orantes se remodeló el Código Penal, pero no fue así, fue porque la mataron, no por narrar lo insoportable de su vida. Eso fue lo que removió a la sociedad, eso sí, no tanto a Álvarez Cascos, entonces vicepresidente del gobierno, que comentó que esto había sido un caso aislado, a pesar de que Ana Orantes fue la víctima número 59 de violencia machista, o contra la mujer, no doméstica, de ese año.

Fotos | Pixabay

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