11 julio 2023 Por María Yuste 0

La ciudadela milenaria en medio del Océano Atlántico que se convierte en isla según las mareas y cuyas vistas nunca son las mismas

El Monte Saint-Michel, en Normandía, es un islote rocoso que tiene la particularidad de estar rodeado por una bahía en la que se producen las mayores mareas de Europa. Además, no es que en este saliente se levante un castillo sino que esconde una majestuosa abadía. Un auténtico espectáculo natural y patrimonial que no por nada está considerado, desde 1979, como Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO.

Fue su entorno marítimo lo que determinó la elección de los monjes en la Edad Media para instalarse en el Monte Saint-Michel y construir lo que se convertiría en uno de los más extraordinarios edificios de la arquitectura religiosa. De hecho, est bahía es escenario de las mayores mareas de Europa continental. De este modo, algunos días son especialmente interesantes para observar este fenómeno.

Es cuando el coeficiente de la marea supera 110, que el Monte se vuelve a convertir en una isla durante unas horas. El agua cubre el dique sumergible y la roca se queda sin accesos al continente. Para observar el fenómeno de la marea subiendo y la llegada del macareo hay que estar presente 2 horas antes del horario de plena mar.

Este fenómeno se puede observar desde el Monte, las murallas, la terraza oeste (plaza de la abadía), o el nuevo puente-pasarela. La bahía dispone de muchos puntos de observación privilegiados como la Roche Torin en Courtils, en Grouin del Sur, en Vains-Saint-Léonard y en Gué de l’Epine en Val-Saint-Père entre otros.

Para acceder al Monte, hay transporte gratuito hasta la 1 de la mañana y caminos peatonales que los visitantes pueden recorrer hasta el Monte. Con buen tiempo, los visitantes pueden ir andando a través del puente pasarela, que se funde perfectamente con el paisaje y que se tarda unos 30 minutos aproximadamente en cruzar.

Además de la bahía y su emblemática abadía, el patrimonio del Monte Saint-Michel también merece una visita. Podemos encontrar interesantes museos sobre su pasado, monumentos y bellos jardines. Una escapada a Francia de lo más original.

Fotos | Anabel Palomares

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María Yuste

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El Monte Saint-Michel, en Normandía, es un islote rocoso que tiene la particularidad de estar rodeado por una bahía en la que se producen las mayores mareas de Europa. Además, no es que en este saliente se levante un castillo sino que esconde una majestuosa abadía. Un auténtico espectáculo natural y patrimonial que no por nada está considerado, desde 1979, como Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO.

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Es cuando el coeficiente de la marea supera 110, que el Monte se vuelve a convertir en una isla durante unas horas. El agua cubre el dique sumergible y la roca se queda sin accesos al continente. Para observar el fenómeno de la marea subiendo y la llegada del macareo hay que estar presente 2 horas antes del horario de plena mar.

Este fenómeno se puede observar desde el Monte, las murallas, la terraza oeste (plaza de la abadía), o el nuevo puente-pasarela. La bahía dispone de muchos puntos de observación privilegiados como la Roche Torin en Courtils, en Grouin del Sur, en Vains-Saint-Léonard y en Gué de l’Epine en Val-Saint-Père entre otros.

Para acceder al Monte, hay transporte gratuito hasta la 1 de la mañana y caminos peatonales que los visitantes pueden recorrer hasta el Monte. Con buen tiempo, los visitantes pueden ir andando a través del puente pasarela, que se funde perfectamente con el paisaje y que se tarda unos 30 minutos aproximadamente en cruzar.

Además de la bahía y su emblemática abadía, el patrimonio del Monte Saint-Michel también merece una visita. Podemos encontrar interesantes museos sobre su pasado, monumentos y bellos jardines. Una escapada a Francia de lo más original.

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