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No existe la tableta perfecta, sino aquella que mejor se ajusta a nuestras necesidades, expectativas y presupuesto. Si estás pensando en comprarte una, en esta guía de compra de tabletas actualizada a 2020 tratamos de proporcionar una orientación para conocer qué factores tener en cuenta y los modelos disponibles en el mercado.

Qué tener en cuenta a la hora de elegir una tableta

Pantalla: tamaño, resolución y tipo de panel

La pantalla de una tablet condiciona irremediablemente nuestra experiencia con este dispositivo. En este sentido, es importante tener claro qué queremos hacer con ella y cuánto tiempo estaremos frente a su pantalla.

Así, no buscaremos lo mismo si vamos a emplearla para resolver dudas puntuales y navegar mientras estamos en el sofá que como una herramienta de trabajo o si será nuestro dispositivo para consumir contenido. En este sentido, prestaremos atención fundamentalmente al tamaño, la resolución y el tipo de panel.

En el mercado encontramos alternativas que van desde las 8 hasta superar las 12 pulgadas. No obstante, el grueso de modelos suele encontrarse en torno a las 10 pulgadas al ofrecer un equilibrio interesante entre la ligereza y comodidad (en mano) que proporciona un panel contenido frente a la versatilidad y comodidad (para la vista) de las pantallas más grandes.

El uso puntual, el uso en movilidad y la limitación de presupuesto nos hacen irnos a los modelos más compactos mientras que el uso intensivo, tanto lúdico como productivo, y el consumo de contenido nos aboca a las tabletas más grandes. Si no lo tenemos claro, las diez pulgadas son la opción todoterreno.

En cuanto a la tecnología del panel, como sucede en TV y smartphones, nos volvemos a encontrar con la disyuntiva LCD vs OLED, en este caso en formato LCD IPS frente al AMOLED. Cada una tiene sus puntos fuertes y sus debilidades aplicadas a las tablets, por lo que volvemos a insistir en la importancia de tener claro su destino.

En líneas generales, los paneles OLED ofrecen imágenes con negros más puros de alto brillo y contraste que llaman más la atención en grandes pantallas, si bien la calibración del fabricante tiene su importancia en el resultado final de la imagen. Además, el OLED es energéticamente más eficiente y por su forma de mantaje, permite aprovechar al máximo las dimensiones de la tableta.

Pero no son perfectas. El tipo de patrón de subpíxeles que incorpora un panel OLED para compensar el diferente rendimiento de los píxeles RGB de la tecnología OLED más frecuente es el Pentile de Samsung, precisamente el que encontramos en los SuperAMOLED. Esta malla provoca una pérdida de nitidez si la pantalla no tiene suficiente resolución, algo que puede acabar apreciándose si la comparamos respecto a un panel con la misma resolución pero tecnología LCD.

Además, las pantallas OLED son más costosas de fabricar, se degradan más rapidamente que el LCD y, algo fundamental en este tipo de dispositivos, las pantallas OLED se produce un cambio de tono más o menos acusado en función de la calidad del panel al variar el ángulo de visualización, algo que se nota más en fondos blancos y que no experimentamos en las pantallas LCD de calidad.

No es casualidad que en la gama alta de las tabletas encontremos modelos tanto con paneles OLED como con LCD, por lo que nuestra recomendación es que antes de comprar una tablet, experimentes en vivo cómo es la visualización de contenidos.

La resolución es un parámetro muy importante en las tablets por lo cerca que colocamos la pantalla de nuestros ojos. Sin embargo, más que considerarla por si sola, tendremos que fijarnos en la relación que existe entre la resolución y el tamaño de la pantalla, es decir, en la densidad de puntos por pulgada.

Un buen punto de partida para un uso moderado son los 300 ppp. Aunque nuestros ojos nos permiten percibir densidades mayores, es a partir de este punto cuando el nivel de detalle será suficiente y nuestra experiencia será positiva.

Para verlo claro con ejemplos tangibles, si buscamos una tableta para pasar horas frente a ella o para consumo multimedia, un modelo con una pantalla de 8 pulgadas y una resolución de 2.048 x 1.536 (QXGA) tiene una densidad de 326 ppp es una buena opción de partida. Y si nos ceñimos a las tabletas en torno a las 10 pulgadas necesitamos que la resolución sea 2.560 x 1.600 (WQXGA) o superior para acercarnos a los 300 ppp.

Un hardware de lo más diverso donde el software tiene la última palabra

El de la tableta es un mercado particular. Con una tasa de renovación inferior a la de los smartphones, el espectro de alternativas propuestas por los principales fabricantes del sector es tan heterogéneo a nivel de hardware que podemos encontrarnos con dispositivos que integran elementos propios de un smartphone de gama media frente a componentes habituales de portátiles. De nuevo, sale a la palestra su uso futuro.

Un destino orientado al uso esporádico y la navegación sin grandes alardes puede hacer que un procesador sencillo como un MediaTek de cuatro núcleos sea suficiente. Si aspiramos a ejecutar más aplicaciones con fluidez o a la multitarea, van haciendo su aparición los procesadores con más núcleos diseñados por Huawei, Qualcomm y Apple, habituales en sus respectivos smartphones de gama alta. También nos encontramos con los Intel Pentium Gold y, ya enmarcados dentro de la categoría de convertible, los procesadores de ordenador como los Core de última generación.

El otro componente clave que marcará la diferencia respecto a si requerimos una tableta para uso puntual y sencillo frente a la multitarea o la ejecución de programas y aplicaciones más exigentes es la memoria RAM. Aquí podemos opciones extremadamente sencillas de 1,5 GB como el Amazon Fire HD 8 a otras que alcanzan los 8GB, como la versión más exigente del Surface Go. En este sentido, más RAM nos abre las puertas a la productividad y la multitarea.

Apostar por un hardware potente nos servirá para hacer uso de la multitarea, jugar a títulos exigentes para este formato, apps pesadas como editores de fotos y también para el procesamiento de fotos y vídeos. Eso sí, hemos de tener claro que en hardware el componente más débil será el cuello de botella.

¿Cuánto espacio necesito? A no ser que su uso se destine al consumo multimedia offline — mediante la introducción de series, películas, álbumes en el dispositivo o las funciones offline de servicios como Spotify o Netflix —, las tabletas son dispositivos orientados al uso online: servicios en la nube, contenido audiovisual en streaming, apps de productividad online… No obstante y salvo en casos contados, el punto de partida debería comenzar en los 32 GB.

En todo caso, el responsable máximo de la optimización de sus características es el software, por lo que las cifras de las especificaciones en bruto no deben despistarnos: en una tableta, un hardware para dispositivos móviles puede rendir mejor con un sistema operativo móvil que un hardware clásico de portátil en un sistema operativo de escritorio.

En lo aspiracional, muchos fabricantes «sueñan» con hacer de la tablet la sustituta del portátil, pero para convertir esta meta en realidad no solo hace falta un hardware solvente, sino también un software adaptado a este y a las características inherentes a este dispositivo.

Android, iOS o Windows: una cuestión de gustos, apps y actualizaciones

En cuanto a sistemas operativos para tablets — los convertibles los dejamos fuera —, en el mercado encontramos iPad OS (la capa de iOS adaptada a las tabletas de Apple) para los iPad, Windows en algunos modelos como la Microsoft Surface y la Lenovo Yoga y el resto, un mar de modelos y fabricantes con Android.

iOS 13, Android Pie y Windows 10 ofrecen una experiencia estable y robusta en formato tableta, por lo que será una cuestión de gustos y experiencia de usuario la elección entre uno u otro.

No obstante, a pesar de que la oferta de Android es superior, su heterogeneidad juega en su contra en este apartado, ya que en función del modelo elegido podemos encontrarnos con interfaces sin ajustar, capas más o menos atractivas/funcionales y unas actualizaciones que tardan en llegar o que directamente, no llegan. Y las actualizaciones son importantes, proporcionando parches de seguridad, solución de problemas, funciones adicionales y una mayor eficiencia energética.

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